Cantaora, cantante, compositora y guitarrista, para Mayte Martín, “El flamenco es mi origen, no mi yugo”, y, con esa premisa como lema, se adentra por los distintos géneros con una arrolladora personalidad artística. Porque artista, por vocación y naturaleza, es el término que mejor la define: con delicada sensibilidad, establece en cada actuación un entorno fascinante de exquisitos matices a través de la perfección interpretativa. Misterio y realidad se dan la mano en ella, un talento único, una singularidad muy pronunciada a la hora de manifestar su música, de la que surge, desde el fondo de su excelencia, la intensa emoción.
Mayte rememora y activa los recursos de la evocación. Mira en su interior para hallar en silencio la huella de las voces de personajes ocultos en el manto de la historia. Va desgranando el pasado y descubriendo la suntuosa herencia que le dejaron los grandes maestros de otras épocas con el fin de establecer un conmovedor reconocimiento. La misma Mayte dice que “Es una incitación al recuerdo, a esa acción sanadora de agitar la memoria para rendir culto a lo que nos precedió y agradecer lo que nos fue concedido. El acto de detenerse a reflexionar sobre lo esencial”. ¿Y qué es para ella lo esencial?: “Ese motor que me impulsa a rendir culto al pasado, ese respeto religioso que profeso al flamenco que me parió y a quienes han hecho de él ese tesoro que venero. Honrarlo es lo que quiero. Y por eso pongo a su servicio mi sentido del decoro y de la libertad. El primero, para contribuir a preservar con rigor sus preceptos, que vienen dados por una ética y una estética que son herencia sagrada; el segundo, para poner mis capacidades creativas y emotivas a su servicio”. Así que Mayte Martín vuelve la cara atrás para asumir y dar luz a esos ecos antiguos, afianzando su presente y diseñando un camino hacia el futuro.